divendres, 30 de setembre del 2011

30/9/11

porque yo no soy un hombre, ni un poeta, ni una hoja,
pero sí un pulso herido que sonda las cosas del otro lado.
(F.G. Lorca, Poeta en Nueva York)

Dickie, Dickie, ahora comienzo a comprender que nunca acabaré contigo. Todo lo que le quede a mi vida, en esta parte del espejo, será un continuo descolgar el auricular del teléfono, esperando que el pasado se olvide de mí. Qué solo puede llegar a sentirse aquel que sabe imposible de conjurar, la amenaza, confesándose con los demás. Quién puede decirle a Heloise: cariño el amigo americano que asesiné me persigue por París, me llama una y otra vez por teléfono, me cita y no acude, se confunde en otros cuerpos que me obligan al crimen, te besa en el espejo del baño y se ríe de mí, como un virus que yo resisto, pero que poco a poco va aniquilando a los que yo creo contagiados.

Heloise, no estarás contagiada? No, tú no, Heloise, amor mío. Y cuando digo amor mío, me extraño de mi debilidad. ¿Desde cuándo siento? ¿Desde que el miedo comienza a atravesar, con la facilidad que un cuchillo traspasa la piel humana, todas las barreras que hasta ahora he puesto en su contra? Qué cobardes somos los asesinos! Cuánto miedo esconden los crímenes! Miedo a la vida. Miedo al pasado. A lo que alguien nos hizo y otro pagó. A las humillaciones sufridas desde la cuna y que un día decides, desde la cobardía, desde la debilidad, saldar en la piel de otro.

Los hay que se ahogan en alcohol. Los hay amantes del opio, la coca. Los hay que bañan sus manos de sangre. Y sólo el miedo es el que causa la sed, el ansia o la violencia. Sé de lo que hablo. He sentido miedo de ser, de existir. Es profundamente dolorosa la conciencia de existir. Y deseas ser otro. Y aquéllos que se opongan abrirán el manantial de los rencores que llenará, a su vez, el barranco de los deseos donde la riada de los degüellos encuentra su cauce natural.

Habíamos sido llamados a ser los más caros, el producto que todos desearían, el oscuro objeto del deseo. Y sólo conseguimos olvidar tantas frustraciones rompiendo cuellos, desangrando corazones o inundando pulmones cada vez que suena el teléfono.

Tomy, al teléfono… Sí?... Tom, te esperamos, no tardes… Quién es?... Tom, Dorian está preguntando por ti toda la tarde, no le defraudes, necesita que le asesores sobre unas antigüedades, tú entiendes de arte, no?... Pero quién es… Ven con nosotros, te esperamos en la Old Shop, quizás encuentres algo de paz...

T.R.

dijous, 29 de setembre del 2011

29/9/11


No puc sinó rendir-me davant la saviesa d'aquest home. Dersú em porta al cap una figura mítica, potser mitificada en excés, la de don Juan Matus de Carlos Castaneda. Aquest home, el Dersú, parla amb els déus amb la facilitat que els altres ens fotem un balsàmic pernod. Va ser entrar per la porta principal de l'oficina de VSI i girar cua dient que allò era la sortida i que mai en trauríem l'aigua clara.

Com ho sap això, Dersú?... Ben fàcil, comissari. Les portes d'entrada no s'obrin cap en fora… I, doncs, on és la porta d'entrada?... Això no ho sé. Jo no més dic que per aquest costat anem mal, comissari… I què ens proposa?... L'entrada deu ser camuflada i torbar-la ens duria massa temps si és que anem amb presses. Si tenim que fer un camí cap enrere, el millor és tindre allò que ens permeta mirar per damunt de les nostres espatlles… In speculum veritas, hem dit alhora l'Auguste i jo mateix… Com diuen?... Res, Dersú, que necessitem uns espills… Sí, això pot servir…

I hem tornat a entrar. I al mateix temps que travessàvem portes, anàvem seguint de cua d'ull el que passava al nostre darrere gràcies als espills. Perquè si érem nosaltres els que ens giraven, tot semblava al mateix lloc on l'havíem deixat, però l'espill ens deia el contrari. I ens hem adonat que obrir una porta donant-li l'esquena és una mena de vertigen que, a poc a poc, s'anava incrementant. I és que quan ens enfrontem al mal, una de les coses que més costa n'és racionalitzar-lo. Adjudicar-li les categories més encertades. Distingir entre la mesquinesa i la perversió, pose per exemple.

Hem quedat prou confosos quan a mesura que ens endinsàvem dins els budells d'aquella maleïda oficina, anàvem trobant-nos amb nosaltres mateixos, com si diguérem. Portes que tenien els nostres noms escrits a l'inrevés, la qual cosa ens donava a l'espill una mena de camerino personal. Intrigat, he intentat d'obrir la que portava el meu nom. Comissari -m'ha dit el Dersú- si no vol convertir-se en un full de paper no travesse aquesta porta. Només és un reclam, com els ànecs de fusta que fan servir els caçadors. Hi eren tots. El del Verdoux, el del Ripley, el Dorian, el doctor, l'Auguste, Larsen, la noia del riu, l'Henriette… Tots, menys el Dersú. Dersú, vostè no hi és… Això sembla, comissari… I hem arribat al que semblava l'última porta d'aquell laberint del qual ja no podríem eixir, encara que ho volgués, i que l'espill nomenava rebotiga.

UN CIEGO

No sé cuál es la cara que me mira
cuando miro la cara del espejo;
No sé qué anciano acecha en su reflejo
con silenciosa y ya cansada ira.

Lento en mi sombra, con la mano exploro
mis invisibles rasgos. Un destello
me alcanza. He vislumbrado tu cabello
que es de ceniza o es aún de oro.

Repito que he perdido solamente
la vana superficie de las cosas.
El consuelo es de Milton y es valiente,

pero pienso en las letras y en las rosas.
Pienso que si pudiera ver mi cara
sabría quién soy en esta tarde rara.

Jorge Luis Borges


J.M.

dimecres, 28 de setembre del 2011

28/9/11


Tras hablar con el comisario, me dirigí, un poco guiado por remordimientos que no acababa de entender, hacia casa.  La librería de Henriette, donde tantas horas agradables he disfrutado registrando entre sus estanterías cambiantes, me vino a la mente. Y era la primera vez que reparaba en esta circunstancia imprevisible. Nunca encontrabas los libros ya vistos en el lugar que ocupaban la última vez. Sí que pensé la de trabajo que este constante trasiego le llevaría, pero nunca creí que fuera algo significativo y, por supuesto, jamás le pregunté.

Sabía que la encontraría cerrada, y, sin embargo, inicié el pequeño rodeo de calles que me permitiría pasar por delante antes de llegar a casa. Algunas zonas de París mantienen un entramado de calles que recuerdan más las de un zoco árabe que la cuadrícula a la que Haussmann quiso reducir París. Y esta retícula puede llegar a adentrarse en algunos edificios, donde los patios interiores a dos calles permiten atajos que dan la engañosa sensación de poder atravesar muros y habitaciones, e incluso de una fugaz alteración del tiempo, una pequeña ojeada a un pasado que, por otra parte, nunca llegamos a vivir. Es la magia de los pasajes o de las calles que alguien se ocupó de cubrir bajo techado traslúcido.

Llegué a la librería y la encontré cerrada a cal y canto. Pero yo no tenía intención de pasar de largo, lo que hubiera hecho de haber cedido a la zozobra que me produce quedarme parado en medio de la calle y a la vista de todos. Doblé la esquina, me alejé un poco, aminoré la marcha, hice como que recordaba algo importante y volví sobre mis pasos. Necesitaba no ser una pieza extraña en el conjunto de piezas del puzle que encontré. Intentaba encontrar qué cosa tan importante había recordado y que me obligaba a desandar lo ya recorrido. Tenía la mente en blanco. No podía hacer la misma maniobra al otro lado de la esquina. A un observador objetivo le hubiera resultado poco creíble. Y entonces vi la tienda de antigüedades.

Era la salvación. No lo pensé dos veces, entré. No había nadie, o eso parecía. Desde el fondo del local, y oculta tras todos los objetos que allí se amontonaban, oí una voz tranquila, algo aterciopelada, pastosa más bien y con silencios tan extraordinarios que diría hablaban más que las palabras. Pase, pase, está usted en su casa. Pase y mire todo lo que quiera. Pero no toque las cosas de su sitio, es lo único que importa. Soy mayor, y necesito que todo esté allí donde lo puse por última vez. Tómese todo el tiempo del mundo, doctor, sus amigos están por venir.

D.G.

dimarts, 27 de setembre del 2011

27/9/11


El hombre que pregunta vino acompañado. Y vino acompañado de aquél a quien recriminándole el derroche de su tabaco encendido en la tierra, me señaló una tienda. Yo no pedía tabaco. Se lo dije y no recordaba nada, absolutamente nada. Me preguntaron por el chico que mataron cerca del embarcadero. Y les conté que sí había alguien más, el jabalí. Se rieron. Yo me ofendí. Ellos callaron. Me preguntaron por el ciclista. Les hablé de la serpiente. Ya no se rieron.

Y no callé. Les hablé de mi visita a la Rue de l'Absinthe, donde vive el ciclista. Del chalet -suizo, dicen ellos- del doctor. De los cabellos que encontré en las ramas y de las tres letras pintadas en el banco. VSI, las conocían. Y de lo que pienso sobre los que se sientan en los bancos públicos a determinadas horas o en determinadas circunstancias, que les interesó menos hasta que, esa misma noche, les dije, ya tarde, cuando pensaba en regresar a mi tienda, llegó la muchacha vestida de negro del embarcadero. La viuda. ¿Henriette?, dijeron al mismo tiempo. Y qué hizo?.

Ya les dije, un beso perdido. Mientras estuvo sentada no se apoyó en el respaldo. Con el cuerpo hacia delante y las piernas cruzadas, miraba obsesivamente a derecha e izquierda, esperando, pero fuera de la realidad. Miraba con tanta continuidad a ambos lados que sólo alguien saliendo de las sombras de la noche podría haberla sorprendido. Luego, abrió su bolso. Y sacó papeles blancos que apilaba en el lado derecho del banco. De lejos parecía que sacara siempre el mismo sobre o cartulina, una y otra vez, como de un pozo sin fondo.

¿A quién esperas por un beso?, me preguntaba. ¿Quién puede atormentarte de tal forma? Volvió a meter los papeles en el bolso. Lo cerró y adoptó la actitud de quien acaba de llegar, y recién comienza a esperar. Pasaron dos muchachas en bicicleta, y se sobresaltó. Después otra. Esta última volvió sobre sus pasos, una vez dejó la bicicleta enganchada delante del retén de la policía en la plaza cercana.

Como en una escena bien ensayada, una pareja descendía, calle abajo en ese mismo momento. Ella, con un vestido ajustado de falda corta marcaba el paso de los dos. Pasaron junto a viuda sin mirarla, como si no existiera, y apenas superado el cruce volvieron por donde habían venido. La mujer aprovechó el regreso para ajustar su ropa interior mientras, ahora sí, dirigió sus ojos hacía ella. La misma puerta que les sirvió para entrar les ayudó a salir. No pasó mucho tiempo que la mujer de negro se levantó cansada. Primero se aproximó al semáforo. Apoyó su hombro derecho, como si esa posición hubiera sido la inicial de toda aquella larga espera. En ningún momento dejó de voltear su cabeza para evitar ser sorprendida. Se dejó llevar hacia el cruce que anteriormente sirvió para devolver a la pareja a su punto de origen. Ella lo cruzó, pero no volvió.

Dersú, debe ayudarnos a encontrarla, me dijeron. Hay un lugar que nos es tan extraño como un bosque encantado, un lugar donde ella acudió, tal vez, en busca de un amor furtivo. Y ahora corre un peligro auténtico. Qué nos dice?... Que no hay besos inocentes en los amores furtivos. Y nos fuimos hacia el lugar encantado.

D.U.

dilluns, 26 de setembre del 2011

26/9/11


És una dona malalta, no poden fer-li això, els malparits… ¿Qui és tu, Henri, per a dir el que es pot o no es pot fer? Tu, que te n'has aprofitat de dones que mai no podràs reparar. Tu, que em vares abocar al que ara mateix sóc, còmplice d'un assassinat que alguna boja va demanar… No vaig ser només jo, i tu ho saps… És cert, l'amor té aquestes misèries. No m'ho recordes. Què faràs ara?... Entregar-me… Et liquidaran, Henri… Ja ho sé. Però la meua dona és el primer… Sort que el nen no era a casa quan varen vindre per ella. Però, Henri, la teua dona té molt poca esperança de vida… I el sofriment, Henriette, creus que no compta?... Sí, és clar que compta, però potser es compadiran d'ella… ¿Els de la VSI? Ho dubte…

He anat a l'oficina. M'ha rebut qui m'esperava. Henri, què necessitat tenies de fer la teua? -m'ha dit... No ho he pogut evitar, creu-me. De fet, em veia als espills, i era un altre el que ho feia, no sé si ho pots comprendre… El que jo crega no té cap importància, Henri, senzillament assassinant aquestes dones, que només volien una experiència, diríem transgressora, ens has fotut el negoci… Bé, vosaltres mateixos. Deixeu la meua dona en llibertat. Ja em teniu a mi… Sí, Henri, ningú posa en dubte el teu coratge al presentar-te, però la teua arribada no ens rescabala de guanys perduts, em segueixes? Gairebé ets com aquests que no poden afrontar els pagaments de la hipoteca i volen que el seu llar serveixi com a penyora… Ja ho entenc, i què voleu que faça?...

La teua germana, Henri, la teua germana. Saps que ha posat al Maigret al darrere de nosaltres. Ha estat ací. Ell, i tots els de la policia judicial. Per suposat que no han estat capaços de passar de la porta, però l'Henriette sap què fer, i ens preocupa. Tu mateix, la dona o la germana, què hi farem, "la vida es dura, amigo, con la filosofía poco se goza", com deia el poeta… Però ella mai obrirà la vostra porta, és la primera que voldria oblidar tot el que ha viscut… No ens refiem, per principi, dels cors trencats ni dels penedits. Henri, o ho fas tu, i passem pàgina, o tindrem que intervenir amb totes les conseqüències… D'acord, jo me n'ocupe…

H.V.

diumenge, 25 de setembre del 2011

25/9/11


A dia d'avui, cadascun dels 6 personatges ha estat traduït o transcrit 9 vegades. Ergo, 6x9=54 ; i 5+4=9, com el mes de setembre. D'altra banda, dia 25, més l'any 11, 25+11=36; i 6+3=9, el mateix resultat que abans. ¿Ens volen dir alguna cosa els números amb la seua obsessiva repetició? Ho dubte. Però què fàcil és pensar-hi el contrari. I jo faig avui la meua tercera intervenció. 9 és divisible per 3, i 3x3=9. Amb la càbala qualsevol acaba perdent l'esma, tot i que puga imposar-s'hi als altres com a home savi. ¿Voleu més saviesa esfereïdora? Doncs doneu-li la volta al nou, reflex especular invertit, i en lloc de 6x9, tenim 6x6=36; i 6+3=9. Sembla que no ens en sortim. I si li posem l'espill al 6, i no fem 6x6, sinó 9x9=81; i 8+1=9. Sempre estem al mateix lloc, la porta d'entrada que gairebé és de sortida a l'oficina de VSI. Però voleu saber el més terrible, 25+9+11=45, el reflex especular de 54, el primer dels resultats proposats. I com tot reflex ens porta al mateix lloc, 4+5=9. Sempre 9.

Al meu entendre, la conversació sense suspicàcies entre el comissari Maigret i el doctor Díaz Grey s'ha fet esperar massa, però ha estat profitosa. Com també, sobretot pel que podia suposar, tal i com és d'avançada la investigació, el que varen parlar-hi Dupin i Maigret. Queda l'arribada del Dersú a l'escena… anava a dir del crim, però no… a l'escena on veurem fins a quin punt és capaç de trobar-li camins útils a la famosa oficina, i per la connexió que suposa amb el ciclista, l'únic que sap el que ningú no ha vist encara: com era el rostre d'aquella xica que va seure's davant del xalet del Díaz Grey i que sembla varen assassinar al cobert del riu.

Pel que fa a l'Henriette, amaga alguna de grossa, segur. Que estava lligada al noi del riu, que liquidà el Tom o Dorian, és més que evident, però per què vol guanyar temps, quina relació ha pogut arribar a tindre, a través del seu xicot, amb la VSI? Hagués estat molt més senzill, si no fos així, dir-li al Maigret el que sap, i ajudar a peu de carrer, com si diguérem, en les perquisicions. Potser ella en sap alguna forma de moure's al dintre de l'edifici de VSI. O com entrar i que no acabes sortint al mateix temps. Clar, que ser la germana del Verdoux -que torna a corre cuita a París, no ho oblidem, desprès de que la seua dona li parlés a través de l'espill- no ajuda gens ni mica, ho reconec.

He estat comprovant els múltiples de 9 i tots acaben donant 9. 18, 27, 36, 45, 54, 63, 72, 81. I si els feu una ullada atenta, és una sèrie especular, entre el 45 i el 54 està l'espill, per tant, 18, 27, 36 i 45 és el mateix que 54, 63, 72 i 81 llegits a l'inrevés. I tant és aquesta fixació al voltant del 9 que m'ha pegat per sumar els múltiples i me n'adone que tots poden reduir-se a 9. 18+27=45; i 4+5=9. 18+27+36=81, el mateix. 18+27+36+54=135; 1+3+5=8, etc. Fins i tot, 18+27+36+45+54+63+72+81=396; i 3+9+6=18, i 1+8=9… Del que deduisc que qualsevol nombre multiplicat per 9 acabarà per ser reduït a 9, senzillament sumant els seus dígits. Així que he multiplicat 9 per el número que formen el dia i el mes del meu naixement 6 del 9, és a dir, 69x9=621 (no cal dir que 6+2+1=9) i a la pàgina 621 de Els Sis, he trobat aquestes mateixes paraules que n'estic apuntant aquí, i que algú ja ho va fer per mi. I no sé què dir.

L.C.

dissabte, 24 de setembre del 2011

24/9/11


Salgo poco a la calle. Soy hombre de interiores. Se puede decir que los médicos buscamos envueltos en la obscuridad. El oculista ve tu ojo interior en la penumbra de la cámara oscura. El radiólogo la convierte, además, en acorazada. Parece, que cuanto más adentro queremos echar una ojeada, más negro e impenetrable ha de ser lo que rodea al hombre. Quién puede sincerarse con el loquero que te recibe bajo el crudo grito de los neones? Tome Prozac y olvídese de que alguna vez vino a verme. Quién puede mirar en el cerebro humano cegado por el reflejo lechoso de un listado de citas previas? ¿Aceptaríamos contar nuestras miserias en un confesionario bajo un sol omnímodo? No, necesariamente acabaríamos mintiendo. Los interrogatorios conseguirían mejores resultados sin focos, en la sombra quebradiza de la tarde, y cuando el acusado sin rostro hablara a los auditores sin rostro de sus penas asesinas.

Y hablando de lo que se habla, yo tenía que hablar con Maigret, y he salido al exterior. Sábado mañana, buen día y buen momento para sorprenderle. Seguro que nadie le avisará de mi visita. Le imagino en mangas de camisa, la cintura del pantalón desabotonada, tirantes y unos mocasines de lona. La suave pipa tras el desayuno y la prensa desfilando ante sus ojos de inspector.

Me dirijo al metro y me sorprende el toque de flauta de un afilador. La crisis está devolviéndonos oficios perdidos, pienso. Es cierto que nadie toca la flauta en vivo por las calles de París, una pena, son grabaciones, pero ésta no la han hecho con ordenador, sino directamente de alguien que aún recuerda los toques milagrosos de reunión improvisada, de rutina rota en música y grito. Y, por un momento, toda Santa María cae sobre mí.

Aquella bicicleta con las muelas sobre la rueda trasera paseando al compás de las escalas musicales y las voces del afilador. Las mujeres y niños acercándosele en una prodigiosa alternancia más propia de los dictados de un director de escena que del azar de las cosas. La correa que abraza el aro impuesto a la rueda y el pedaleo hacia atrás, hacia el pasado, que gobierna el eje del que penden las piedras redondas de afilar. Y las chispas, y los sonidos irritados que las entregan al aire, y los ojos de los niños con el asombro en los párpados, mientras enseñan, desde la sombra que rodea el chisporroteo, las demasiadas tristezas acumuladas por tan pocas alegrías recibidas. Santa María.

Pero qué se le perdió por aquí, doctor?... Larsen y un montón de recuerdos… Caramba, ya veo que tendré que dejar de lado el protocolo. Qué toma?… Lo mismo que usted… ¿Café con leche?... Maigret, por Santa María… Es broma, doctor. ¿Pernod?... Eso suena a música de afilador… Cómo dice?... Me parece perfecto…

Comisario, puede que un tal Tom o Dorian, al que yo atiendo en mi consulta, sea, casi con toda seguridad, el asesino de los billares… Algo sabíamos... Y del joven del río… Cómo sabe eso?... Larsen me contó… Para exculparse… No parece. Pregunte en Chez Vic. El dueño y otros parroquianos le confirmarán lo que él me dijo… Y por qué?... Va confundiendo a la gente, este Tom. Está loco. Del joven pensó que era un tal Dickie… Greenleaf… ¿Cómo?... Dickie Greenleaf, un amigo americano que desapareció en el mar y del que nunca se supo bien qué pasó… Y el de los billares, Larsen dice desconocer los detalles, pero intuye otra equivocación. Simplemente estaba en el momento equivocado en el sitio equivocado… Eso son conjeturas… Qué pocas de esas he visto que le fallen a Larsen…

Qué sabe de VSI?... Según nuestro común amigo, disparan antes de preguntar. El muchacho trabajaba para ellos… Y la oficina, le comentó algo?... Nada. Ahí, no entró. Estoy convencido que la relación de Larsen con estos homicidios es una sombra que el azar echó a su alrededor... Y que nos obligó a mirar con mayor interés. Nunca me parecieron los habituales crímenes de pervertidos. Pero para mí, la sombra de la que usted me habla se llama más bien Henriette, la conoce?... Ha desaparecido. La librería lleva tiempo cerrada. Se la ha tragado la tierra… O una extraña oficina, doctor…

D.G.

divendres, 23 de setembre del 2011

23/9/11


Al principio he tenido un buen sobresalto, lo reconozco. Después, estupor. Cómo era posible. Me estoy volviendo loco? Dicen, los que entienden de locura, que preguntarse sobre el posible desequilibrio es señal de cordura. Será así, pero no comprendo qué es lo que puede estar pasando.

Últimamente me encuentro cansado, muy cansado. Y suelo levantarme tarde. En sueños repaso, con una minuciosidad más propia de entomólogo que de asesino, hasta los detalles más modestos de todos mis últimos movimientos. Las nervaduras de unas alas microscópicas ya conocidas. Por ejemplo, me preocupa mucho mantener los mocasines limpios. No necesariamente relucientes, pero sin huellas de aquellos sitios donde haya podido estar. El río, los billares, las calles interpuestas. Y esta preocupación me lleva a frotar obsesivamente la puntera del mocasín contra la parte posterior del camal del pantalón, en un movimiento casi automático que hago cada tantos pasos dados y sin siquiera perder ese paso, borrando así los restos de suciedad que puedan quedar. Manías. Pero este tic no había comenzado a angustiarme hasta hoy, cuando al mirarme al espejo del baño he visto a otro hombre.

Instintivamente me he girado buscando mi espalda. No había nadie, claro. Era yo el que daba el reflejo equivocado. Heloise ha entrado para tomar su ducha diaria después del footing, y me ha dado los buenos días. Yo estaba aterrado ante la posibilidad de que descubriera el desacuerdo, pero se ha acercado al espejo sacando la lengua, luego ha tomado un poco de distancia y hablando a mi reflejo, al otro, le ha preguntado tranquilamente si no estaba echando tripita. No, cariño. Estás perfecta, maravillosa, como siempre -le ha dicho el otro acercándose por su espalda y abrazándola hasta juntar su mejilla derecha con la izquierda de Heloise. Eres un sol, Tommy.

He desayunado apresuradamente. No tenía otra preocupación que mirarme en todos los espejos posibles. Intentaría encontrar aquél que siguiera siéndome fiel. Pero no he encontrado ninguno. Ni los retrovisores del coche me son fieles. Inclusive la bola de cristal que tan bien me conoce no quiere seguir devolviéndome mi reflejo verdadero, aquél que tenía antes de conocer a Dorian. De pronto, ha sonado el teléfono.

T.R.

dijous, 22 de setembre del 2011

22/9/11


He estat a veure el Maigret. No estava, no hi ha forma de trobar-lo a prefectura, em sembla que li té una mica d'aversió al Clouseau, i fuig del despatx a la primera ocasió. Un dels inspectors, vell amic, m'ha donat l'adreça on podia estar. No m'ho he pensat dues voltes. Hem coincidit a la porta de l'edifici que sortia d'investigar. El conec força temps i l'he trobat inquiet, fins i tot neguitós, esquerp. Al capdavall, ha acceptat una invitació al cafè de la cantonada. La pluja ha refredat de valent l'ambient i l'escalfor del local l'hem guarnida d'un parell de Marniers, debilitat que compartim.

Comissari fa temps que volia parlar-li… Auguste, només sóc un jubilat a l'espera de l'efecte retroactiu. Duc un parell de casos entre mans que em donen prou mals de caps. La veritat, no sé si podré estar per vostè… El que tinc que dir-li té a veure amb la noia del riu i l'Henriette… Què sap d'ella? Fa gairebé una setmana que ningú en sap res, com si s'hagués esvaït en la humitat del riu, La dama blanca, però vestida de negre…

Li vaig fer una detalla exposició del meu encontre amb el vell de la botiga d'antiguitats. In Speculum Veritas, com l'assassinat de Grenoble -m'ha dit Maigret. I ha afegit: i un ciclista que ha estat l'últim testimoni en veure la noia del riu, i que ens podria donar, si més no, una descripció de la xica? Auguste, què pensa de tot plegat?... Que ens falta un altre testimoni, l'home del riu, el Dersú… De qui parla?... D'un home savi que viu a la vorera del riu i que de segur té alguna cosa a dir-nos sobre el que li va passar al noi assassinat. El noi pel qual tant s'interessa l'Henriette…

Com sap d'aquest interès?... M'ho va dir el botiguer… Sí, és clar. L'Henriette em va insistir. Però ara és desapareguda, i són tantes les preguntes a les que no trobe resposta… Com, per exemple, a què es dedica aquesta agència que acaba de visitar?... Ah!, Dupin, que magnífic policia hauria fet. Com ho ha deduït?... Què pot haver-hi en aquest vell edifici, on ens han trobat, digne d'una investigació, sinó tres lletres que figuren a una de les plaques de l'entrada principal, VSI, i que no són sinó les sigles especulars de In Speculum Veritas?... Brillant, Auguste, brillant. Però aquesta agència és un trencaclosques on no sé si podrem aclarir-nos algun dia… L'han desmantellada?... Això semblaria a primera vista. Però el problema és saber fins a quin punt hem fet una ullada a la totalitat del lloc. És un laberint. Habitacions que donen a d'altres habitacions que al seu temps donen a d'altres idèntiques, i que mai no saps on estàs… Caram amb l'agència. Però segur que podem fer-ne una inspecció científica del lloc…

Tinc els meus dubtes, Auguste. Ho he intentat. Com que al passar per unes cinc o sis d'aquestes cambres sempre em trobava, sense esperar-m'ho, amb la porta d'eixida, he decidit marcar amb un petit signe, fet amb la ploma, el marc de la porta de l'última habitació d'on sortia abans de passar a la següent. Arribe novament a la porta d'eixida, i reinicie el recorregut: no n'he trobat cap de les senyals deixades. És més, a la primera habitació només entrar he tornat a eixir per la mateixa porta i ja no era al rebedor principal… Com és d'estrany el que em conta, Maigret. En altres temps hauria dit que era impossible, increïble. Però a hores d'ara, estic obert a tot. I què pensa fer?... Doncs necessitem un guia, em comprèn? Una mena d'Stalker, sap el que li vull dir?... Potser el tenim ben a prop…

A.D.

dimecres, 21 de setembre del 2011

21/9/11


Mai deixarà de sorprendre'm el meu treball. Per la seua tasca, el policia ha de sospitar constantment de l'aparença de les coses. Perquè l'activitat criminal té com a un dels seus principals ingredients la gran distància que habitualment la separa de la seua façana social.

L'expedient Greenleaf ha confirmat les meues sospites inicials. Hi figura la foto de l'escut del club del Dickie que vaig reconèixer al darrere dels pantalons del Tom Ripley. Però el Tom encara no n'ha fet ningú moviment estrany. Viu amb l'Heloise, que està folrada de calés, i no té res que li preocupe, o això sembla. Un cert desencís he d'acceptar, el que vaig pensar d'antuvi ara em duu a la desolació. No són la generació que ens salvarà de l'abisme, almenys aquest Tom no ho farà, prou té en salvar-se a sí mateix. I un detall que la meua intuïció em diu he d'aclarir. Al Tom l'han vist força interessat  pel joc del billar. Assisteix regularment als campionats locals i comarcals, on hi participa, i es mou amb certa familiaritat en aquest món. Sembla que vol mantenir a l'ombra la seua identitat real perquè els jugadors el coneixen com a Dorian, Dorian Gray. Caram, quines coses. Potser que el citem el doctor i jo mateix per fer-li la consulta ambdós. No sé si dir-li-ho al Clouseau, la possible relació amb el cas de l'home assassinat als billars només és una conjetura, però d'aquestes especulacions han sortit moltes voltes encerts majúsculs. I em ve al cap Grenoble, In speculum veritas. Quina fosca connexió pot haver-hi en tot plegat.

El xic de l'Henriette no n'és menys sorprenent. Més coincidències. Treballava per a l'agència que em va sorprendre l'altre dia al diari. Primera plana assegurada als diaris i quinze dies de seguiment. Agència VSI. He estat a l'adreça on indica la seu social, i havien acabat de desmantellar-la. Quina casualitat.

O això semblava, perquè l'edifici era força estrany. Una escala circular com mai no hi havia vist. Tant i com la pujaves semblava que hi eres sempre al mateix lloc. La porta del pis era oberta. Només el nostre precinte barrava el pas. Una retícula de petites habitacions intercomunicades s'escampava com una mena de cel·les d'una figurada bresca d'abelles. Calaixos buits. Arxius només amb papers publicitaris caient per terra. Totes les cambres se semblaven com les gotes d'una pluja de cubs. VSI, l'agència que farà una realitat dels teus somnis. ¿De tots els teus somnis, fins i tot els més foscos?.

Era fàcil perdre's en aquest laberint de cubs connectats on gairebé tots els llocs semblaven el mateix. Què pot haver esbrinat el Clouseau en aquesta enramada d'habitacions buides? Em temo que res. Crec que els mètodes tradicionals de la policia judicial no en tenen res a fer en un lloc com aquest. Necessitem algú que puga orientar-s'hi en esta mena de cub de rubik de dues dimensions, com un full de paper. Per un moment m'ha vingut al cap una pel·lícula de ciència ficció que vaig veure a casa, Cube, i que diria era la segona part del Doctor Mabuse. Ací, però, el problema no n'és eixir, sinó poder entrar-hi. I em sembla que necessitem un guia. I m'ha vingut al cap l'Stalker. On trobar l'Stalker?

J.M.

dimarts, 20 de setembre del 2011

20/9/11


Estic lluitant i no sé ben bé contra que o qui. El malson d'aquesta nit travessa tots els hidrargirs dels espills. Fins a quin punt els somnis no són part de la nostra memòria ofesa. Semblen no tindre la continuïtat del que anomenem realitat, i tanmateix la profunditat al que pot arribar l'espavent, l'estupor, al seu dintre és desconcertant.

Plou a París. Camine per l'empedrat acerat dels carrers sota la pluja. Tot i la intempèrie, em trobe bé dintre els meus vestits gruixuts, el meu abric, l'escalfor dels quals és una mena d'úter matern que m'allibera, com un aixopluc itinerant, de la fredor i humitat de la ciutat. Plou damunt del riu, plou sobre el Sena, i jo camine cap a un lloc incert en busca d'una dona gran que em preocupa, que sap el que no es pot dir de mi, un negoci que hauria hagut de tancat fa temps i encara rutlla.

La ciutat la defèn amb urpes i carrers giravoltats, duc sang a les mans ferides. Té igual. Però la pluja de plata, l'argent viu de les gotes, llisca i talla el teixit que em cobreix. Déu meu, què passaria si em toqués la pell. Busque el recer d'un pati obert a les ombres. Sortosament, tot i que no trobe l'interruptor del llum, el pati interior és cobert d'una claraboia, i el besllum esmortit em dona un petit respir desprès de l'ensurt. És clar, estic en la casa que buscava i que la ciutat m'amagava. He estat capaç de travessar el laberint, només et queda actuar amb fermesa, Henri.

L'escala té un buit de forma piramidal invertida. Comence l'ascensió i me n'adone que camine per una espiral eterna, com la closca d'un caragol, des del seu centre cap el no-res. No n'hi han de replans. Les portes de les vivendes semblen cel·les d'una presó que puja cap al cel. Scala dei, i faig un mig somriure. Bufets d'advocats. Notaris. Agències de tota mena és repeteixen. Gairebé sembla que només és un edifici d'oficines, però de tant en tant alguna de les portes no té rètol algú. Deuen ser les vivendes. On és la de la dona gran? Sé que he estat a casa seua. Qual era? Per què no he fet una ullada a les bústies?

De sobte, faig atenció al soroll de les meues passes a l'escala. I pense que aquesta disposició arquitectònica fa que tots els veïns han de sentir les passes dels caminants sobre el seus caps. Com era aquell conte, de quin escriptor? Les passes al sobre de l'habitació on vivia no el deixaven en pau. Com una pluja seca de sorolls. Les sentia a tothora, i a poc a poc cau en una espiral obsessiva on el soroll l'acompanya fins a la seua anihilació.

Tot i que veig un rètol a la porta -només tres lletres, VSI- empeny la porta i entre a la casa que és la de la dona gran. Duc les mans ensangonades i l'espill em dóna resposta. Al pis de la cuina una dona està sent ofegada per mi mateix. Quan deixa de defensar-se, la remate amb el primer que trobe -una llanda de 5 k. de confitura de tomata- d'un parell de colps al cap. Desprès la part obscena que algú m'ha dit faça com a signatura del nostre grup, i que em negue a seguir a través del mirall. Isc de la cuina. Però ho pense millor, torne a entrar i li acomode les faldilles, em sap greu. I al fons del passadís una veu demana per la dona.

Ella vivia a soles, de segur. Qui és al passadís?. M'acoste sigil·losament, i veig una porta entreoberta. M'he llevat les sabates. Mire d'esbrinar qui hi ha dintre de l'habitació. Duc un ganivet de cuina a la meua mà dreta. Veig el llit completament buit. A poc a poc òbric la porta per mirar de tindre un major angle de visió. Passa, Henri, no comprens que el mateix podia estar succeint-me a mi mateixa?... He de tornar a París. La meua dona era a l'habitació, i el que m'ha dit ho feia al dintre d'un mirall.

H.V.

dilluns, 19 de setembre del 2011

19/9/11


Llueve sobre el río. Llueve en la ciudad. Llueve sobre París. El viento frío del norte comienza a visitarnos después de un verano extraño para mí, donde he sido un personaje extraño dentro de un escenario más extraño aún plagado de espejismos. Sé que no entro en esta historia, pero estoy aquí y no debería eludir las responsabilidades que he adquirido. Pronto volveré a mi país, a mi tierra abierta al horizonte, al bosque que siempre me protegió, que cuidó de mí. Llueve sobre el río, y esta acción refleja en sí misma el sinsentido de las cosas, o el sentido último de su conjunto.

La tarde que ayudé al ciclista, no sé bien el porqué, pero le seguí. Nada más pisar la Rue de l'Absinthe, donde él vive, supe que allí comenzaban los rastros, las primeras huellas de esta historia. Hay una casa con jardín rodeado de una verja. Número 14 de la Rue de l'Absinthe. Las ramas de la celinda y del jazmín se cuelan entre los alambres del enrejado. Las hojas del magnolio fermentan sobre le suelo húmedo dominado por los helechos, las dalias y las flores que cuidan su piel de un sol que apenas roza parte de la fachada de ladrillo a la vista.

Delante de la cancela del jardín he visto a la muchacha que mataron en el río. Entre las flores del jazmín que se abren paso a la calle aún quedaban enredados algunos cabellos de su pelo rojizo como el cobre. Estuvo sentada en ese banco y giró su cabeza hacia la puerta de la casa y hacia la ventana donde he visto asomarse al ciclista, y eso facilitó que sus cabellos quedaran atrapados entre las flores. Sobre ese muro debió apoyar la bicicleta.

La casa es de un doctor. A través de la ventana pude ver un hombre que fumaba en pipa, como yo mismo hago cuando pienso. Puede que sea el doctor. Siempre es difícil saber del corazón de los hombres, sobre todo a través de sus palabras. Tampoco el rostro es buena guía de la verdad. Algo más nos dicen los ojos, los labios al moverse, y por encima de todo las manos, que a fin de cuentas son las que hacen las cosas.

Me gustó cómo cargó su pipa. El movimiento de los dedos presionando las fibras de tabaco acomodándolo en la cazoleta, buscando el espesor apropiado, que respire pero no mucho, que queme con el tempo adecuado. Pero sus dedos son muy particulares. Sus manos pueden hacer cosas que otros creerían terribles. Tiene una visión muy personal de las cosas, de los hombres. No sé a qué tipo de gente pertenece. Ni qué parte tiene en este asunto. Son muchas las sombras de la casa. Pero no sé hasta qué punto se corresponden con las sombras de los hombres que la habitan.

Llueve sobre el río. París es una ciudad de lluvia fluvial. El aguacero cae por las pendientes de sus montes adoquinados como menguados barrancos bajo el reflejo grisáceo y violeta de los ojos de la muchacha en el crepúsculo. Alguien que se sienta en un banco público y abandona la realidad, sólo busca el beso perdido de la infancia bajo la piel de lobo de los amores furtivos. Y es capaz de abandonarse definitivamente a los sueños. Sea cual sea el precio: la locura o la muerte. En el banco aún permanece indeleble el tinte desesperado de sus labios. Tres letras fijó para el recuerdo VSI.

D.U.

diumenge, 18 de setembre del 2011

18/9/11


No jugues amb foc o acabaràs pixant-te al llit. Era una dita infantil que lligava el perill del foc i la dificultat que alguns nens tenien per a controlar els seus esfínters. Jo no li veia la gràcia, mai no vaig tindre problemes per a educar els meus esfínters. Però quan Maurits Cornelis, el meu amic filòsof de la línia, em va dir que jugant amb espills tens el perill de perdre la teua imatge, un calfred salvatge em va recórrer l'espinada, tal i com de matinada sents el pixum al llit. El Maurits Cornelis em va regalar el dibuix que il·lustra aquesta entrada, L'espill màgic. No vaig fer-li cas ni al dibuix ni a la meua inquietud, a la meua intuïció, i avui, quan porte traduïts 48 fragments, 8 per cadascun dels 6 dramatis personae, faig una parada per mirar d'entendre el que m'està passant. On sóc. Qual és la meua realitat.

Potser el primer avís em va arribar gràcies al Dersú, quan explicava com va acudir en ajuda d'un ciclista accidentat al riu. Com que al post anterior el Dupin rep, de l'home vell de la botiga d'antiguitats, l'encàrrec de trobar al ciclista que va veure a la primera xica assassinada, vaig lligar els dos ciclistes com a una sola persona. Però, i aquí ve la meua inquietud, al caure, el ciclista, rep un fort colp al colze esquerre. El 24 del present mes de setembre, farà dos mesos exactament, que vaig caure de la bicicleta i em vaig donar, jo també, un fort colp al colze esquerre. Bé, una casualitat, direu, potser, però la cosa té més llargada.

Gràcies als seguidors d'aquest blog, pocs, només dos, però elegits dels déus, no cal dir, vaig assabentar-me de l'existència d'un altre blog, Viciclisme.blogspot.com, on el seu autor parla del vici de la bici. Bé, aquest tipus sap el que jo no sé, de segur. I em vaig quedar ben parat, de pedra, quan investigant pel blog, vaig trobar aquest post que us enllaço aquí, i on parla de com va caure de la bici el 24 de juliol -casualitat també?- donant-se un fort colp… On diríeu?... Ho haveu encertat, al colze esquerre. I a més a més, aquest tipus passa de tant en tant temporades a París. Hi té casa -bé, balcó amb geranis- a la Rue de l'Ansinthe, com jo mateix. I he conclòs que al ciclista que va ajudar el Dersú, i que el vell antiquari busca desesperadament és aquest. No pot ser ningú més. No pot ser ningú altre. I tot i que diu que no, sap molt bé el que ens està passant, que ha posat un enllaç especial al seu blog "El que Vicicle no sap…" que us envia directament aquí, al meu.

I no he pogut estar-me d'aprofundir als seus escrits per provar de traure l'aigua clara. La qual cosa no he aconseguit, és clar. Però coneix al Verdoux. De fet, és ell, el Vicicle aquest, el que va comprar el peix al mercat de la Cabane. I ha vist al Tom i al Maigret, i al Dersú. Crec que els coneix a tots, perquè al seu blog ixen les seues imatges ben reflectides. Efectivament, parla d'una noia que visita el xalet suís del doctor Grey, del qual, en un moment donat, cap el final de l'escrit, ix el Dorian, i s'acomiaden tots dos, o tres, que ja no ho sé. Hi són tots, menys el Dupin, l'Auguste Dupin. Qual és la raó d'aquesta absència, no ho sé. Però en qualsevol moment li trobarem resposta, no només a la darrera pregunta, sinó també a tantes incògnites plantejades que no resoltes.

Estic neguitós. Encara no he començat a sentir por. Però potser ben aviat el sentiment pel qual som capaços de les majors bestieses i heroïcitats, la por, acabe posseint-me. Perquè sembla que algú mou el fils dels fets, i que els dietaris només fan que donar fe del que indefectiblement succeeix, com una mena de notaris apòcrifs del que ja estava determinat per endavant. I ara que me n'adone tots els números son parells: 48 fragments, 4+8=12, com els apòstols i els mesos de l'any. Dia 24, la caiguda, 2+4=6, la meitat de 12. Avui, 18, 1+8=9, com el mes, 9, setembre, 9+9=18. I 9x9=81, 18 al mirall és 81. Sembla que algú ho té tot ben lligat.

L.C.

dissabte, 17 de setembre del 2011

17/9/11


He vuelto a matar a Dickie. Esta es la segunda vez. Por increíble que parezca sobrevivió en el mar, y desde entonces ha estado buscándome, urdiendo una refinada venganza para cuando me encontrara. Sus llamadas. Sus citas. Sus ausencias. Una tortura premeditada a la que por fin he puesto el punto y final. Lo que menos se podía esperar es que lo reconociera en Chez Vic. ¿Cómo no pensó que soy habitual del local, y que tarde o temprano coincidiríamos? Puede que desconociera esa circunstancia. Ahora, ya no importa. C'est fini.

Pobre Dickie, en el fondo me da lástima. Jamás hubiera pensado que acabaría convirtiéndose en un pervertido. Cuando me echaron del café, tomándome por loco, le seguí. A mí no me iba a engañar. Es cierto que su rostro era distinto y su aspecto más juvenil, pero nada que no pueda hacer un buen cirujano y un poco de deporte. Así, que esperé a que saliera. Tardó un rato, lo que me extrañó. Lo lógico hubiera sido que viniera a por mí. O tal vez quería que me confiara. Ya no importa.

Sólo la mujer de negro hizo que Dickie saliera de su agujero y fuera tras ella. Bajaron por Absinthe hasta la plaza del mercado de la Cabane, y después por Scierie buscaron el río. Es la zona en la que los muelles comienzan a perder su empedrado parisino para dar paso a orillas de hierba y embarcaderos. Aprovechando los últimos metros de adoquinado, la mujer subió a un bote de alquiler. Me extrañó lo poco apropiado de su atuendo para un paseo en barca, pero hace tiempo que abandoné la idea de entender al sexo débil. Dickie advirtió que ella se le escapaba. No habían más botes y tuvo, tuvimos, que acelerar el paso en busca del puente más cercano, porque esta Caronte con blusa negra de moaré y zapatos de fino tacón, sólo pretendía cruzar a la otra orilla, donde un embarcadero rústico la acogió, y donde quedó de pie como cumpliendo un castigo autoimpuesto.

El puente más cercano se hizo esperar. Tuvimos que dar un largo rodeo. Tanto, que por momentos perdíamos de vista a la mujer oculta tras la vegetación y el castigo. Este nuevo Dickie, más alto que el anterior y con mejores piernas, me llevaba con la lengua fuera, pero tan preocupado estaba de la barquera que no advirtió mi presencia. No deja de ser sarcástico que Dickie fuera a cruzar a la otra orilla sin la barca, ahorrándose así el óbolo, pero con las mismas consecuencias. Por un momento, la risa estuvo a punto de delatarme, y de ahogarme.

Y la risa aumentó al cerciorarme que el puente más cercano estaba envuelto en lonas. Nada más ni nada menos que Christo se había cuidado de la mejor escenografía para un crimen. Al cruzar el lienzo, el viento comenzó a agitarse. Las furias se desataban. Qué escena tan shakesperiana nos envolvía. Notaba en mí un ímpetu desconocido. El clímax, el broche final de la tragedia dependía de mí. Y esta vez no fallaría.

Desandamos en la nueva orilla lo caminado anteriormente. Y al llegar a la altura del embarcadero, bajamos por la escalera lateral más cercana. Dickie se emboscó entre la tupida arboleda y las cañas, y se aproximó al máximo donde la mujer comenzaba una especie de ritual extraño moviendo los brazos y como percatada de su llegada. Era tal el ensimismamiento de Dickie y de la mujer de negro que para nada se apercibieron de mí. Le cogí el cuello por detrás entre mis brazos y con un giro rápido, decidido y sostenido se le rompí.

Sólo pudo decir en su último ahogo: ¿Tú? Sabía que me había reconocido, lo sabía. Los amigos siempre se reconocen. Aunque la vida haya cambiado hasta tus ojos. Al fondo sonó el grito de una alimaña. La mujer, asustada, huyó en el bote. Dejé a Dickie en su último sueño, y regresé clandestinamente por donde había venido. Un jabalí cruzó como una exhalación, como alma que lleva el diablo o como un diablo buscado almas. Tal vez lo que oí fuera su canto del cisne.

T.R.

divendres, 16 de setembre del 2011

16/9/11


Cuando sonó el teléfono, ya sabía que no me gustaría lo que iba a oír. Son ese tipo de intuiciones por las que apostarías tu alma al diablo y le ganarías la partida. Algunas personas parecen tener muy desarrolladas estas capacidades de presagio. La psicología las estudia. Yo las llamo casualidades. Qué poco sabemos del cerebro humano. Pero acerté.

Allô!... Doctor Grey soy yo… Quién?... ¿No reconoce mi voz, doctor, tanto ha cambiado en tan poco tiempo?... Lo siento, ya perdonará mi torpeza... Soy Dorian, doctor. Tenga cuidado, Tom podría estar escuchando. Comprende?… Ah!, Dorian. Sí, creo comprender. Pero suena tan distinta. En qué puedo ayudarle… Me gustaría verle lo más pronto posible. Esta tarde?... Bien, pase por la consulta… Verá, no es algo profesional. Es más de índole personal. Le invito a una copa… Bueno, no pensaba salir pero… De acuerdo, le veo en lo de Belgrano, de aquí una hora. Cuidado con Tom, dele esquinazo, es un pesado…

No era la voz de Dorian-Tom. Y sólo Larsen conoce lo de Belgrano, aquel lupanar de Puerto Astillero donde pasaba las horas muertas de su vida muerta, y que aquí le dio por llamar a un tugurio del barrio latino donde en tiempos movía su principal negocio, las mujeres. Ahora comprendo lo de la voz rara. Sabe que controlan la casa, y que es más que posible que hayan intervenido el teléfono.

Pensé que estaría clausurado desde su marcha a Suiza, pero ahí seguía. Igual que entonces. La pintura "aún roja" de siempre. Desde que la usaron por primera vez. Que ya entonces daba la sensación de llevar varias vidas, y aún así seguía "aún roja". Abandonada a su suerte, como un juguete perdido que nadie sabe encontrar. Y en el profundo agujero donde algunos toneles recordaban un pasado honesto, el profundo olor a tristeza del vino olvidado sobre las mesas. En su lugar de siempre, al fondo del local, estaba Larsen. Quién si no?

Dejó a Tom por el camino, doctor?... Eso espero. Larsen, usted sabe el peligro que corro. A qué viene todo esto?... Eso mismo le pregunto yo. Quién hizo la chapuza del río? Quién es ese Dorian? Como si la policía fuera a confundir mi cadáver con el de un joven que podría ser mi hijo… Usted es quien llevaba pistola, no yo. Nunca pasé la línea del asesinato… Menos cuando equivocaba el diagnóstico, no? Vamos, no se lo tome así… Qué sabe usted de Dorian o de Tom o de cómo demonios se llame ese loco… Pues que casi con toda seguridad fue quien le rompió el cuello al tipo del río y después colocó entre sus cosas la dichosa cédula. Y ahora, pretenden cargarme a mí al interfecto… Y cómo lo sabe?… Secreto profesional. Dejé amigos en París… Pero no comprende que este Dorian es un enfermo. Que tiene un problema de doble personalidad… Y que va cazando a todos aquellos que vienen de su pasado… Qué quiere decir? No es tan violento...

Que él cree que vienen de su pasado. Mire, el muchacho del río trabajaba para VSI, una agencia muy particular que hace realidad todas sus fantasías, comprende? Todas. Un sueño realizado, como si dijéramos. La tarde que lo asesinaron, se encontraba en Chez Vic, a la espera de una de sus clientes, a la que tenía que seguir hasta el río, donde realizarían el sueño pactado. En eso, entró al local Tom, o Dorian, a quien el camarero conoce de tiempo como Tom. Y sin mediar palabra se dirigió al muchacho. Dickie, Dickie, qué haces aquí. Estás vivo. Vienes a por mí. Se puso desagradable, seguramente lo confundió con otro, y lo echaron del café. Pero debió seguirlo hasta el río y allí lo mató… Y después Dorian puso la cédula entre sus ropas… Cómo dice, doctor?... Nada, cosas mías. Y el del billar, otra confusión?... Seguramente… Debo hablar con Maigret… Cuidado con lo que dice, doctor, los de VSI disparan antes de preguntar. Yo sólo quiero que le aclare mi inocencia… Larsen, esa palabra suena tan raro entre sus labios...

D.G.

dijous, 15 de setembre del 2011

15/9/11


El hombre joven que pregunta vino a visitarme. Vi sus huellas sobre el barro. Pero no me encontró, el ciclista me retrasó. Imagino que quería saber lo que yo pudiera decirle sobre la muerte del otro día junto al embarcadero. ¿Me hubiera creído? ¿Hubiera aceptado que un jabalí dirigió aquel sacrificio? ¿Qué aquél que rompió el cuello del otro no era sino un dócil instrumento del mal o del bien? [En la vida he matado a un ser humano -hubiera dicho. Su irritación hubiera aumentado, y ya era franca su hostilidad. Sólo a esos pobre andrillos -le repuso ella] (1) Me tomaría por loco, y puede que acertara. Ya no sé cómo interpretar lo que veo y oigo, lo que huelo o toco. Hoy mismo, un tonto accidente, la caída de un ciclista, me ha hecho comprender que hay una dimensión del mundo que apenas comprendo.

Le he visto llegar por el camino de tierra endurecida. Iba ligero, feliz, como una hojita fluyendo río abajo. Es curioso lo que este trasto hace en las gentes. Su expresión parece la de los niños. [Yo iba en bicicleta, casi alado, aspirante… Y yo ya casi por el aire, / yo apresurado pasaba en mi bicicleta y me sonreía…] (2) Sonríen sin saberlo. Se distraen con el aire y su flujo. Así venía el ciclista. Pero de pronto salió despedido por el aire. Acudí rápidamente en su ayuda. Había caído sobre su codo izquierdo y un fuerte hematoma comenzaba a señalarse bajo su piel. Cogí barro y una hierbas. Las puse bajo un vendaje improvisado.

Le calmará el dolor. Qué ha pasado?... La rueda delantera se bloqueó de pronto, y he salido despedido, con tan mala suerte que caí con todo mi peso sobre el codo… Mira, ha sido una serpiente, una culebra… Ni la he visto. Pero me han hablado de ellas. En cuanto las pisas se enroscan alrededor y bloquean la rueda al pasar por la horquilla. Mueren matando… Y esas palabras se me han quedado grabadas. Mueren matando, mueren matando. Vive muy lejos de aquí? Puedo ayudarle a llegar… Estoy relativamente cerca, Rue de l'Absinthe, la conoce? Gracias de todas formas…

El ciclista ha probado a volver subido otra vez sobre la bici, pero ha tenido que desistir. Se alejaba caminando cuando he advertido que la culebra, aunque estaba rota por varios sitios, aún tenía espasmos. Le he dado un golpe en la cabeza para que dejara de sufrir. Y he pensado si aquél que partió el cuello del joven no hizo algo similar para que aquel pobre desgraciado dejara de sufrir tras los arbustos el deseo que la mujer de negro le inspiraba. Y sin pensar, he sentido que el ciclista y la culebra simbolizaban dos tentaciones antagónicas que se enfrentan en cada uno de nosotros y ante las cuales cedemos inconscientemente como sumisos instrumentos de nuestra propia muerte.

D.U.

(1) De sorprendente debe calificar este compilador y traductor la cita que hemos marcado entre corchetes. Primero, porque Dersú es posiblemente el último personaje del que hubiéramos esperado un incruste literario. Y segundo, porque pertenece a una novela que nunca pensaríamos que pudiera conocer, Blade Runner. En nuestra edición de bolsillo de Planeta, el fragmento aparece en la pág. 7

(2) Más sorprendente resulta la siguiente cita de unos versos de V. Aleixandre pertenecientes a su poemario Historia del corazón. En nuestra edición de Seix Barral aparecen en la pág. 255-256. No insistiremos en lo inexplicable de estos fragmentos dispersos a lo largo de los diferentes dietarios.

dimecres, 14 de setembre del 2011

14/9/11


Tornava del riu, on havia estat pel Dersú. No l'he trobat. Sense haver-ho decidit conscientment, m'he dirigit cap a la llibreria de l'Henriette. M'ha sorprès veure-la tancada. Mai m'havia passat. Ja anava a girar cua, quan un impuls m'ha decidit a entrar a la botiga d'antiguitats que és enfront de la cantonada, a l'altra banda del carrer, Maison J.P. Bengeron.

[El local era uno de esos recintos donde se amontonan, sin orden ni concierto, infinidad de rarezas y antigüedades, y que generalmente se hallan situados en los rincones más extravagantes de la ciudad, como si quisieran substraer sus empolvados tesoros a la codicia del público.](1) Tot i que la porta era tancada amb clau, la tenda, segons el cartellet de la finestra era oberta. Com que no he trobat el timbre, he picat amb els dits esperant una resposta que ha trigat prou ha produir-se. Mirava pel finestral evitant el meu propi reflex especular fent-me ombra amb la mà. I semblava que al rerefons d'un cau atapeït de tot tipus d'andròmines, es remenava una ombra fugissera.

[La fisonomía huraña del vejete armonizaba maravillosamente con lo que le rodeaba. Aquel hombre debía haber husmeado y rebuscado en templos derruidos, en tumbas y en mansiones abandonadas, recogiendo los despojos por propia mano. En toda su colección, no había nada que desentonara del conjunto; nada que no fuera vetusto y deteriorado, como su dueño.](2)

Bona vesprada… Bona vesprada. Vostè dirà?... Puc pegar una miradeta?... Faça, faça, però no menege molt les coses o desprès no sé on són… No patisca, li ho prometo… Me'n refiaré de vostè, monsieur Dupin… Que ens coneixem? Perdone la meua estupidesa… No, no es preocupe. Si algú té aquí que perdonar alguna cosa és vostè… Ara sí que m'he perdut, disculpe… L'Henriette m'ha deixat un encàrrec per a un tal Dupin, vostè. M'ha fet la seua descripció amb l'esperança de la seua visita… I si jo no arribe a ser Dupin?... Doncs li hagués demanat disculpes. Ja se sap, un home vell com jo és fàcil que es confonga… On és l'Henriette?... No ho sé, la veritat. Però em temo el pitjor… Què vol dir?... Potser està en perill. Ahir, al capvespre, dos homes anaven preguntant per ella. Un d'ells és habitual a la llibreria, però anava acompanyat d'un altre que em donà molt mala espina. Sap el que vull dir?... Bé, si u d'ells era habitual, no n'és gens d'estrany que preguntés… Sí, però no a l'endemà de l'encàrrec que em va fer per a vostè… Per què. Què li va dir?… In Speculum Veritas. El ciclista va veure la xica del riu quan ella començava a gaudir el seu darrer somni. Ha de trobar al ciclista, parlar en ell… Però de quin ciclista em parla?... No ho sé. No ho sé. Creu que no li he pegat voltes?

I el pobre vell, completament abandonat als pitjors presagis, es confessava. Conec a l'Henriette des que era una xiqueta. El seu pare tenia la llibreria i el magatzem d'art del costat. Al morir, ella es quedà la llibreria i el germà gran el magatzem. Del germà fa temps que no sé res, de tant en tant passa pel magatzem, li diu quatre coses a la noia i desapareix per on ha vingut. Però ella, me l'estimo com si fos una filla. Ha de trobar al maleït ciclista, monsieur Dupin. Em va insistir molt, In Speculum Veritas, In Speculum Veritas… I per què no va acudir a la policia? Ella treballa a l'arxiu de prefectura. Coneix al Maigret… El mateix li vaig dir jo. I em contestà que necessitava temps. Que ja havia posat al Maigret sobre la pista. Però que les presses podien malbaratar-ho tot i que ella mateixa estava més enredada del que mai hagués suposat. Què em diu, monsiuer Dupin?... Doncs que el primer a fer és parlar amb dos vells amics, el Maigret i el Dersú.

A.D.

(1) El fragment assenyalat pertany a l'edició de butxaca de la coneguda novel·la de Charles Dickens The Old Curiosity Shop, pàg. 10. Com sempre que l'idioma de partida no pertany a les llengües romàniques, fem traducció al castellà. Koiné per koiné, romanç per romanç. Tornem a insistir en la raó intel·lectual més que acadèmica que pot haver-hi al darrere d'aquestes pràctiques, fins ara identificades només als dietaris del Doctor Grey i de l'Auguste Dupin, i que no podem concretar, no cal dir.


(2) Segon fragment del mateix llibre i la mateixa pàgina.

dimarts, 13 de setembre del 2011

13/9/11


Avui he rebut una trucada telefònica del meu benvolgut amic Marcel, inspector en cap de la brigada d'homicidis de la prefectura de Grenoble. Volia parlar-me d'un homicidi perpetrat a la seua ciutat i que presentava paral·lelismes amb els que darrerament hem tingut a París. Li he dit que, llevat el de la noia del riu, el que porta aquests casos és el Clouseau.

Ja ho sé, Jules, però amb aquest pocasolta és impossible traure l'aigua clara… Ja t'entenc. Però has de comprendre que tot el que et puga dir tens que tractar-lo off the record… Sí, és clar, Jules, no pateixes, home, no cal dir-ho… I què puc fer per tu?... Bé, és que el Clouseau no ha fet més que posar-hi entrebancs a enviar-me una copia dels informes relacionats amb el que duc entre mans. No les tinc totes que hi haja una relació real amb els assassinats de París, i si no conec més detalls, ja em diràs què puc fer. Qualsevol que llija els diaris pot simular una autoria compartida dels fets i desviar-hi l'atenció de la policia… Entenc el que vols dir, però la veritat és que no tenim detalls amagats d'importància en aquests casos, que no siguen de coneixement públic. Dissortadament, els polis no arriben a fi de mes, i més d'un parla massa amb la premsa. El primer, el pixafreda del Clouseau, no tant per diners sinó per un protagonisme que mai no ha sabut guanyar-se amb la seua competència policial… Què m'has de dir, Jules, aquest matí ha anat d'un pèl que no l'enviés a pastar fang. Pel que em dius, no sembla que als vostres ningú hagués fet cap mena d'inscripcions?... Cap inscripció, Marcel. Què en teniu?... Bé, confie en la teua més que provada discreció. Doncs a l'espill del saló, l'assassí ha enganxat un paper, aprofitant la sang de la dona, on podia llegir-se, amb lletres d'impremta, In Speculum Veritas. Què et sembla?... Doncs no sabria dir-te, Marcel. Aquí no hem tingut ningun tipus de llegendes ni inscripcions. Ni tampoc de jocs de miralls, almenys dels que ens hàgem adonat. I tanmateix ho sent com alguna cosa familiar. Aquesta expressió llatina no la hi veig totalment al marge del que ha passat aquí. Miraré de revisar els informes i de fer alguns esbrinaments als llocs dels fets. Tens la meua paraula que si trobe quelcom d'interès el primer que ho sabrà seràs tu…

I quan ja replegava el tabac, la pipa i la fotuda jaqueta que només faig que portar-la al braç com si d'un drap de cambrer es tractés, de la calor que n'està fent a París, tot i que som a mitjans de setembre, se m'ha acostat l'Henriette. Estava prou desmillorada. M'ha deixat al damunt de la taula un expedient, el del xic que han trobat al riu amb el coll trencat. Ho farà per mi, comissari?... Només porte el de la xica, ja ho saps… Ho farà per mi, comissari?... A l'espill dels seus ulls era la desolació dels adéus finals. Miraré què hi puc fer. Però no et prometo res… I al damunt de l'expedient ha deixat caure la carpeta amb l'informe del cas Greenleaf que havia desaparegut des que va començar l'estiu. Era la seua forma de dir-me gràcies.

J.M.

dilluns, 12 de setembre del 2011

12/9/11


12+11=23 ; 23+9=32 . Amb que facilitat li donen la volta els números a la realitat. Avui semblava un bon dia d'espills. Bon dia per a abocar-se a l'altra banda del mirall. I és el que he fet.

Darrere del cristall hi era jo. Un tipus apocat, fins i tot tímid. Algú que pensava que allò que tenia s'ho havia guanyat. Mèrits propis, què expressió tan inestable. Què és propi, què és mèrit? I un dia qualsevol, en qualsevol dels temps viscuts, algú li lleva el propi i els mèrits. I et quedes despullat, com un anyell en carn viva, espellat, sagnant llàgrimes de cocodril mentre agafes la pell del llop i mires de confondre l'espill.

23, 2+3=5; 12, 2+1=3, 11, 1+1=2, 3+2=5. Els miralls enfrontats són la imatge de l'infinit. Cinc dies feriats+ sàbat+dia del Senyor.  Cinc dits té una mà. Si compte amb les falangetes dels dits llargs, 4x3=12, com els apòstols. La meitat, 6. Heus ací el sistema sexagesimal. 12 hores, 60 minuts, 60 segons. Si compte amb els dits de les dues mans, 10. Sistema decimal. 60+10=70, nombre de traductors dels textos canònics de la Bíblia grega, la Septuaginta, traduïda de textos hebreus i arameus, i base, junt a la Bíblia hebrea, de l'Antic Testament. Punt de conciliació, troballa de sistemes, 60+10=70; 6+1=7, són els dies de la setmana, els pilars de fang amb que es mou el món.

De tant en tant està bé fer-li una ullada a la realitat dels números, a la seua fal·làcia. Podia haver estat tot tan diferent de tindre tan sols tres dits. Però millor no parlar del 3. Sí, millor deixar-ho córrer. 12-9=3; 11-9=2. 3+2 ó 2+3, 5 ó 5, 5 i 5, 10. 12-11=1, 9+1=10. Jo i l'espill. 1+1.

Absorbit per aquesta càbala casolana he anat a parar al xalet de la vídua. A no més de vint metres és el xalet suís que tant em convé comprar. I al seu jardí encara hi era el periòdic. Avui se li han enganxat els llençols, he pensat. Està subscrita al Miroir de l'Absinthe, ho podeu creure? Millor saber on trepitges, Henri. He pensat que potser seria inoportú fer-li una visita, però llevat del detall del diari, l'hora era més convenient que el xalet suís.

He picat a la porta i m'he adonat que era oberta. Bon dia, bon dia pel matí, bon dia cabreta meua, ets visible? Sóc l'Henri. I llavors he mirat l'espill del saló. Hi érem els dos. 1+1, ella estesa damunt la catifa; jo, mig agenollat, li picava la cara feta miques amb el piolet. Desprès, m'he acostat al quadre del cérvol esgatinyant-se amb els gossos, però que ara eren llops. Al darrere del quadre he vist com jo mateix obria la petita caixa forta amb les claus banyades de sang que li he llevat del coll. Sembla que la collita ha estat profitosa. He ficat les claus, el piolet, els guanys i els guants de làtex dins una bossa de paper. Li he alçat la bata fins que les seus cuixes han quedat a la vista. El que he fet desprès ni jo mateix ho he volgut mirar.

L'única explicació que li trobe és el diferent sistema temporal que la realitat i l'espill segueixen. Un, el sistema sexagesimal; l'altre, el decimal. He tancat la porta i tant i com anava trepitjant el carrer he notat que portava una bossa de paper a la mà esquerra. Al jardí de la vídua, el quiosquer de la cantonada llançava, com tots els matins, el periòdic del dia.

H.V.

diumenge, 11 de setembre del 2011

11/9/11


Hoy es el noveno 11 del 11. Han pasado los 3 primeros trimestres del 11 del 11. 3 grupos de 3 meses hacen 9. Hoy es el tercer 11 del 11 del tercer grupo de onces del once. Hoy es capicúa de onces. Y al medio 3 veces 3. Y once respecto al nueve no dejará nunca de ser él mismo menos 2, es decir, 11 menos la cifra resultante de sumar 1+1.

Cuando he llegado a casa no tenía conciencia clara de lo que podía haber sucedido, porque nadie tarda siete horas en pasar por la ciudad, hablar con un amigo y sin avisar, retrasarse de forma tan incomprensible. Pero dónde te has metido, Tom? -me ha dicho Heloise... He improvisado, como siempre. Tuve que cambiar la rueda del coche. Pinché, el coche se salió a la cuneta. Resbalé y caí a una zanja intentando cambiar la rueda. Ha sido horrible, cariño… Y porqué no llamaste al seguro?... Por no retrasarme más y preocuparte…  Tom, tú siempre tan atento... Pero la verdad es que no podía recordar lo que había pasado a lo largo de tantas horas, y no podía decírselo. Llevaba el traje lleno de manchas de tierra y hierba aplastada. Los zapatos con restos de barro. Dónde podía haber estado?

Y esta imposibilidad de explicarme a mí mismo lo sucedido me ha hecho pensar en la música. Por una parte, sólo la música es capaz de abstraerme del mundo de forma tan significativa. Siempre he tenido la sensación que la música reordena nuestra percepción del tiempo. Tanto, que lo elimina, lo posee. Sí, la música que es el arte del tiempo es número y medida, sonidos y duraciones precisas que reducen la tiranía del tiempo a una lágrima de doncella, a un suspiro de enamorado. Pero yo no soy músico, ni recuerdo haber estado oyendo música. Qué ha pasado, entonces?

Hubo una llamada. Hubo un hombre extraño con una caja blanca que recordé haber visto en otro lugar. Pero esta vez le seguí. Una casualidad hizo que lo encontrara antes de recoger el coche. Y lo seguí. El crepúsculo excitaba los reflejos crudos sobre el manto de la noche. Y esas luces desoladas como el carmín de una puta, esas luces afiladas como un cuchillo que la mano toma del reflujo de la tarde cayendo olían al cieno del río, tenían el aroma de las madreselvas oxidadas del galpón. Pero esto no lo he vivido. Alguien me contó. Sí, debe ser eso. Alguien me contó. Pero quién. Si no hablo con nadie. Y mis únicos amigos son voces de otro tiempo que me citan para no acudir al encuentro.

Hoy es 3 veces 3 11 del 11. 11 y 3 son números primos. Y los números primos, como los hombres, sólo se dividen por sí mismos y por la unidad que ellos mismos son.

T.R.

dissabte, 10 de setembre del 2011

10/9/11


Ya me avisaron de la morgue. Sabía que Maigret no tardaría en llegar. Aún no lo retiraron comisario?... Le molesta, doctor?... Muy al contrario, siempre es un placer recibirle. Pero leí en la prensa… Usted cree en los periódicos?... Lo imprescindible… Hace bien… Pero pase, comisario, sin ceremonias, siéntese. Le puedo ofrecer un trago o viene en horario prohibido?... Hoy puedo beber, vine a pedirle un favor… La policía no pide favores, hace interrogatorios… Pues no me haga recurrir al protocolo… Gin?... Con hielo, hace un calor de otro sitio. Está raro París. Se trajo el clima de su tierra, doctor… No crea, en Santa María el frío puede llegar a helarle el alma. Pero no vino a hablar de mi país, me equivoco… Doctor, qué pocas veces se equivoca. Sabe que vine a eso. Doctor, cuando me retiren con medalla incluida, debería contarme cuánta de su gente tenemos en prefectura, en la morgue, en los despachos judiciales… Por quién me toma, yo no soy importante. Además, los policías no se retiran nunca… En eso le doy la razón. Puedo?... Adelante, está usted en su casa. Yo prefiero los cigarrillos, pero la pipa tiene un aroma que me transporta a ciudades con barcos mercantes, puertos con mujeres hermosas y tristes… Y astilleros cochambrosos de dudosa rentabilidad… Veo que conoce mi ciudad… No tanto como quisiera. Leo sobre Santa María, y cuando releo me da la sensación de un descubrimiento. Nunca acabo de acabar… Bonita frase. Tampoco acabas nunca de acabar París, si me permite… Es posible. Dígame, llegó a conocer a un tal Larsen?... Veo que comienza el protocolo… Encontraron un cadáver en el río. Otro. Lo sabrá por lo imprescindible de los periódicos… Hasta que no cotice en bolsa, podemos fiarnos de la página de sucesos. Lo leí, comisario, y recordé el crimen de la muchacha muda… Cómo sabe que era muda?... En algún sitio debí leerlo… Imprescindible, algún sitio imprescindible. Qué me dice de Larsen?... Lo vi un par de veces, no más… Pero fue todo un personaje… Cayó en desgracia… Alguien se tomó la molestia de colocar una cédula falsa que conocíamos como de Larsen en el joven que apareció en el río… Sólo quien no ha visto nunca a Larsen puede cometer tal error… Usted lo ha dicho, doctor, ha sido un error. Larsen sigue vivo y nosotros tenemos otro cadáver de un joven sin identificar. Sabe por quién se hace pasar?... Ni idea... Onetti, Juan Carlos Onetti. Y aquí el favor que venía buscando, doctor. Cómo puedo contactar con él. Tengo entendido que era un autor conocido en Santa María y al igual que usted tuvo que exiliarse… Verá, comisario, le prometo que haré todo lo posible por encontrarle al autor. Pero me temo que las razones que le obligaron a exiliarse son algo diferentes de las mías… Pero entre compatriotas siempre existe un vínculo que nadie mejor que ustedes puede retomar… Haré todo lo que esté en mi mano… Ah, y si por una casualidad topara con Larsen, no deje de avisarme, tenemos algo que le pertenece… ¿El muerto?, no creo. Larsen, recuerdo, tenía otro estilo…

D.G.

divendres, 9 de setembre del 2011

9/9/11


És nit de lluna plena. Estic a les fosques en la meua habitació. Del plaer de veure un cercle blanc sobre fons blau lluminós, he passat a la inquietud d'observar un forat d'argent al cel negre. Porte dies desconnectat del món. Em costa fins i tot deixar que les coses succeeixen, i per tant intentar establir un cert ordre entre elles. Però en un moment de debilitat suprema he obert l'edició vespertina del Miroir.

"Troben el cadàver d'un home jove al riu". I alguna cosa se'm remou pel dintre. Anava ben vestit. Duia una caixa de cartró blanca, allargada, com si fos per a una flor. Però era buida i tenia un forat lateral. No en donen detalls de les possibles causes de la mort i les circumstàncies que la poden haver rodejat. Però només pensar en què podia estar fent a la ribera del riu un home ben vestit, amb una caixa de cartró allargada se m'han encès els llums d'emergència. Què pot saber el Dersú, aquesta mena de vigilant en el camp d'herba, del que ha passat? He decidit, tot i l'hora que és, anar a parlar-ne. Potser l'espantaria?

[És igual, jo anava caminant i caminant per la Rue de l'Absinthe, sense corbata ni res. Desprès, tot d'una, em va a començar a passar una cosa que em va espantar molt. Cada cop que arribava al final d'un bloc i baixava del coi de vorera, tenia la impressió que no arribaria mai a l'altra banda del carrer. Em semblava que aniria avall, avall, i que ningú no em tornaria a veure mai més. Caram, si em va arribar a espantar. No us ho podeu imaginar. Vaig començar a suar com un malparit: la camisa i la roba interior i tot. Desprès vaig començar a fer una altra cosa.](1)

Al capdavall, he desistit. Millor demà. Demà serà un altre dia i potser jo hauré lligat de mans i peus els meus dimonis. De fet, mentre anava per la Rue tenia un sensació de falsa realitat. És quelcom semblant als pianistes dolents, que tot i baixar les tecles que pertoquen són incapaços de donar-li vida als sons. Doncs jo xafava les llambordes amb la mateixa irrealitat, amb la mateixa angoixa per intentar reviure un mort fent-li un boca a boca inútil, exasperant, fins i tot sòrdid.

A.D.

(1) El fragment senyalat és copia literal d'un passatge de la reconeguda novel·la de Salinger, El vigilant en el camp de sègol, pàg. 261 de l'edició de butxaca a la col·lecció la butxaca de l'editorial Empúries. Al igual que ens succeïa amb el dietari del doctor Grey, no som capaços d'esbrinar les raons que han dut als esmentats personatges a la transcripció d'un fragment d'autoria no personal.

dijous, 8 de setembre del 2011

8/9/11


Para quien no la conoce, la vida en el río puede parecer monótona. El continuo fluir de las aguas. La vegetación repetida de sus riberas. Sus orillas de visitantes previsibles. Por eso, la mujer de negro me dejó tan perplejo, un poco hechizado. Me quedé con la idea de que Dersú a veces es mala gente, que ve lo que no tiene que ver, lo que pertenece a otros. Pero quién puede esperar intimidad en el embarcadero de un río?

Sin embargo, estas intimidades al aire libre tienen algo de ritual mágico, de celebración necesariamente decorada por el viento y el cielo, recortada sobre el telón de las aguas quietas, arrullada por el murmullo de las cañas y la hojarasca arrebatadas por estas pasiones mostradas impúdicas, ostentosas, reivindicativas en su belleza oscura y triste. Cuando la mujer de negro huyó en el bote intenté averiguar quién se escondía tras el follaje. Yo seguía agazapado, y tuve que moverme sigilosamente para tener mejor visión sobre aquel sitio hacia donde la mujer miraba insistentemente sin ser descubierto. Al principio, nada parecía indicar presencia alguna entre aquellos arbustos. Los únicos movimientos los producía aquel viento que anunció a la mujer que alguien había llegado. Espere pacientemente, con el mismo celo que lo hubiera hecho al acecho de un venado. Nada. Pensé que aquella mujer era víctima de algún tipo de locura, de alguna forma de realidad que nacía impulsada por el viento agitando las ramas anónimas del río.

Parecía que la función tocaba a su fin. La actriz había hecho un mutis fluvial y yo, el espectador a su pesar, seguía creyendo en la posibilidad de encontrarle algún sentido a lo sucedido. Nada. Recogí la trampa, incapaz de volver a entrar en el personaje que aguarda la pieza emboscado tras la cañas. Colgué el arma del hombro, también la bolsa. Y me puse en camino hacia la tienda. No había dado los primeros pasos que tuve la sensación de no estar solo, de que alguien iba tras de mí. Me giré. Nada. Volví al camino, pero atento. Sí, alguien o algo me seguía. No era la primera vez que el espíritu del mal me vigilaba. Pero sí la primera que noté su presencia como una amenaza. La noche se arrojaba sobre nosotros. El perseguidor y yo. El tiempo obedecía al mal.

Avanzaba rápido, pero más rápida era la obscuridad. Apenas si podía divisar dónde ponía mis pasos. Intentaba no sentir miedo. No dejarme apoderar. El mal huele el miedo. Como un sabueso ciego capaz de lacerarse el hocico, las fauces, el cuerpo entero como un eccehomo, pero que no abandonará el rastro que el aire trae a sus fosas nasales. Pero no pude evitar acelerar el paso. Y comencé a tropezar con piedras que antes no eran allí, con ramas que impedían mi camino sin haberse alargado, con todas las trampas que la tierra ensayaba por mí. Y de pronto le oí. Detente -dijo.

Quedé como paralizado. Pero no tenía miedo. Yo no había roto ningún compromiso con la gente importante. Nada podía ocurrirme, pero saqué mi cuchillo antes de girarme. Vete de aquí -le dije. No tienes nada contra mí, y lo sabes. No mientas haciéndome sentir culpable de lo que no hice. Y el jabalí apartó su mirada encendida e inició su retirada con un paso veloz que no encajaba con su figura pequeña y torpe. Entonces comprendí que la pieza había quedado allí donde yo inicié mi regreso.

D.U.

dimecres, 7 de setembre del 2011

7/9/11


Cuando las cosas vienen torcidas… Sigue sonando el teléfono. Y nadie parece oírlo. Sólo yo. Por qué no coges el teléfono, cariño?... Qué teléfono? No he oído nada, Tom… Quieren volverme loco? No, Heloise nunca haría eso. Me quiere. Eso creo. Fíate tu. Es cierto que suele sonar cuando ella no está. Cómo sabe el teléfono de su ausencia?. Quién nos espía? Quién me espía? Maldito Dickie Greenleaf, vengas de donde vengas. Del pasado o del ahora. Tendría que haber seguido al desaprensivo del otro día. Y haber acabado con él. Quién va a preocuparse por un vicioso al que alguien le ha ajustado las cuentas? Igual era Dickie. Este Dickie que llama una y otra vez y que queda conmigo para no presentarse, pero envía a espectros que yo elimino creyéndolos él, y son su ausencia. Y vuelvo al lugar del crimen como prescribe la ley criminal y no hay rastro ninguno y nadie viene a por mí. Porque alguien ha borrado los rastros de mi presencia. Ya dudo de existir. Desnuda mis cadáveres. Usa sus ropas. Es mi cómplice en unos asesinatos que él proyecta, que él provoca con sus ausencias, con sus llamadas telefónicas.

Cuando las cosas vienen torcidas te das cuenta de la apabullante mediocridad del hombre, de la inmarcesible bajeza de tantas aspiraciones merecedoras de ser aplastadas dentro de sus cabezas. Quiero descansar, apartarme de ellos, olvidar que me han impuesto su mezquindad. No soporto a los mezquinos, merecen morir. Un final rápido, sin concesiones. Hasta aquí. Punto y final. Ya está bien de ti. No podemos más de ti. Siempre disculpando tu mezquindad con razones que se derrumban apenas dichas. Mentiras que esconden mentiras en un bucle infinito de oprobios, de ofensas a la inteligencia. La mayor bajeza del hombre consiste en razonar la necesidad de su codicia.

Yo quería ser Dickie. Quería verme en el espejo y reconocer a Dickie, no a Tom.  Así, que me hice Dickie. Desnudé aquel cadáver. Usé sus ropas. Copié su firma y sus gestos. Aprendí a pensar como Dickie. En el fondo, Dickie sigue vivo gracias a mí. Aquel cuerpo sobrante era el óbolo impuesto por el Caronte de las realidades. Pero nunca razoné esta transformación como una necesidad del bien común. Tengo mis principios. No soy un monstruo. Busco el difícil equilibrio de los iguales. Y quiero que el espejo devuelva la imagen que yo pienso y no la que él desee. Cuando las cosas vienen torcidas sólo queda una salida: borrar la imagen del fondo.

T.R.

dimarts, 6 de setembre del 2011

6/9/11


Com que avui és el meu aniversari, he decidit prendre'm un xicotet respir en la traducció, confrontació i comentari dels presents textos apòcrifs. Aprofite aquest lleure, d'una banda, per a demanar disculpes als possibles lectors apòcrifs que hagen tingut a bé passar-s'hi per aquí, ja que la meua irrupció al món blogaire ha estat gairebé sense presentació ninguna; i, de l'altra, per a fer-vos cinc cèntims sobre les circumstàncies que envolten al denominat llegat d'Els Sis Apòcrifs, més conegut als àmbits acadèmics com Els Sis.

Des de fa no menys de quinze anys que aquest llegat d'arrels blytonianes per a uns -5+1- o ben bé pirandel·lianes -cercant l'autor- o, si més no, musicals - Le Groupe des Six-  es va donar per perdut. Les investigacions policials fracassaren estrepitosament en desaparèixer el manuscrit original -l'únic que es conservava- del lloc on havia estat dipositat d'un principi, el reconegut Fons Museu dels Impossibles, més conegut com a FMI. La recuperació del còdex va produir-se d'una manera totalment casual al juliol passat quan Lapsus Calami -pseudònim que utilitzaré mentre ho considere oportú per a la meua seguretat personal- és a dir, jo mateix, vaig entrar a una llibreria de vell situada a la Rue de l'Absinthe, cantonada al Boulevard de la Reine. Aquest local, paret tocant amb el magatzem del H. Verdoux, un dels principals apòcrifs del llegat, té fama d'albergar una col·lecció de facsímils de difícil abast a qualsevol altre lloc de París-Valencia.

Revisant els prestatges, vaig notar que els dedicats a la mítica ciutat de Clotlandia eren prou nombrosos. Algú em va dir, com qui no vol la cosa, al darrer congrés internacional de setembre passat sobre Els Sis (tot i estar més perdut que el vero lignum crucis, encara l'hi fem de congressos -per cert, i perdoneu la digressió, la major part de les comunicacions, perquè ponències ja seria massa surrealista, la major par de comunicacions, deia, gairebé sempre comencen: "Mai no n'he pogut veure Els Sis, però…" i desprès parlen de qualsevol altra cosa. Si serà l'altra cosa d'estupor ontològic, que un reconegudíssim catedràtic de la Universitat de Tanqueray, Ginebra, va dir, feta la introducció de rigor "Mai no n'he…" (el mainoné, que li diem) que la seua dona, amb un rampell de seny, li havia dit "I tu què saps d'això?"… Bé, pel que varen sentir dels seus llavis, la paraula res és excessiva, perquè l'arrel llatina significa cosa, alguna cosa, tot el contrari del que va dir el famós catedràtic de semiòtica, que semblen com els escarabats, estar per tot arreu i brunzir de tot-) Per on anaven?... Ah, sí. Aquell algú em va dir que la teoria per la qual el lloc inicial de redacció d'Els Sis és focalitza a Clotlandia prenia cos tal i com anaven passant els anys de perdició, del manuscrit, s'entén.

Doncs revisant els prestatges, com us deia, no vaig trobar-hi res de res. I ja em disposava a eixir, quan la meua gosseta Mona, franceseta de Madagascar, començà a rascar amb les patetes davanteres en un racó on de segur se li hauria amagat qualsevol paperet o plàstic o… amb el que estigués jugant. I com és francesa i dona, no cap altra possibilitat que posar-te a furgar a quatre potes amb un palet o el que et trobes a mà, fins que li traus el que ella desitja, o ben bé alguna cosa que li faça el pes. I heus ací, que cap per terra, agenollat -en posició genuflexa, com gairebé en diuen de tots els personatges del Misteri d'Elx- veig al llom d'un llibre gros i escrit en caràcters gòtics imitant els claus de Crist en el vero lignum, el següent títol: Els Siscents. Ja era meu…

L.C.