divendres, 16 de setembre del 2011

16/9/11


Cuando sonó el teléfono, ya sabía que no me gustaría lo que iba a oír. Son ese tipo de intuiciones por las que apostarías tu alma al diablo y le ganarías la partida. Algunas personas parecen tener muy desarrolladas estas capacidades de presagio. La psicología las estudia. Yo las llamo casualidades. Qué poco sabemos del cerebro humano. Pero acerté.

Allô!... Doctor Grey soy yo… Quién?... ¿No reconoce mi voz, doctor, tanto ha cambiado en tan poco tiempo?... Lo siento, ya perdonará mi torpeza... Soy Dorian, doctor. Tenga cuidado, Tom podría estar escuchando. Comprende?… Ah!, Dorian. Sí, creo comprender. Pero suena tan distinta. En qué puedo ayudarle… Me gustaría verle lo más pronto posible. Esta tarde?... Bien, pase por la consulta… Verá, no es algo profesional. Es más de índole personal. Le invito a una copa… Bueno, no pensaba salir pero… De acuerdo, le veo en lo de Belgrano, de aquí una hora. Cuidado con Tom, dele esquinazo, es un pesado…

No era la voz de Dorian-Tom. Y sólo Larsen conoce lo de Belgrano, aquel lupanar de Puerto Astillero donde pasaba las horas muertas de su vida muerta, y que aquí le dio por llamar a un tugurio del barrio latino donde en tiempos movía su principal negocio, las mujeres. Ahora comprendo lo de la voz rara. Sabe que controlan la casa, y que es más que posible que hayan intervenido el teléfono.

Pensé que estaría clausurado desde su marcha a Suiza, pero ahí seguía. Igual que entonces. La pintura "aún roja" de siempre. Desde que la usaron por primera vez. Que ya entonces daba la sensación de llevar varias vidas, y aún así seguía "aún roja". Abandonada a su suerte, como un juguete perdido que nadie sabe encontrar. Y en el profundo agujero donde algunos toneles recordaban un pasado honesto, el profundo olor a tristeza del vino olvidado sobre las mesas. En su lugar de siempre, al fondo del local, estaba Larsen. Quién si no?

Dejó a Tom por el camino, doctor?... Eso espero. Larsen, usted sabe el peligro que corro. A qué viene todo esto?... Eso mismo le pregunto yo. Quién hizo la chapuza del río? Quién es ese Dorian? Como si la policía fuera a confundir mi cadáver con el de un joven que podría ser mi hijo… Usted es quien llevaba pistola, no yo. Nunca pasé la línea del asesinato… Menos cuando equivocaba el diagnóstico, no? Vamos, no se lo tome así… Qué sabe usted de Dorian o de Tom o de cómo demonios se llame ese loco… Pues que casi con toda seguridad fue quien le rompió el cuello al tipo del río y después colocó entre sus cosas la dichosa cédula. Y ahora, pretenden cargarme a mí al interfecto… Y cómo lo sabe?… Secreto profesional. Dejé amigos en París… Pero no comprende que este Dorian es un enfermo. Que tiene un problema de doble personalidad… Y que va cazando a todos aquellos que vienen de su pasado… Qué quiere decir? No es tan violento...

Que él cree que vienen de su pasado. Mire, el muchacho del río trabajaba para VSI, una agencia muy particular que hace realidad todas sus fantasías, comprende? Todas. Un sueño realizado, como si dijéramos. La tarde que lo asesinaron, se encontraba en Chez Vic, a la espera de una de sus clientes, a la que tenía que seguir hasta el río, donde realizarían el sueño pactado. En eso, entró al local Tom, o Dorian, a quien el camarero conoce de tiempo como Tom. Y sin mediar palabra se dirigió al muchacho. Dickie, Dickie, qué haces aquí. Estás vivo. Vienes a por mí. Se puso desagradable, seguramente lo confundió con otro, y lo echaron del café. Pero debió seguirlo hasta el río y allí lo mató… Y después Dorian puso la cédula entre sus ropas… Cómo dice, doctor?... Nada, cosas mías. Y el del billar, otra confusión?... Seguramente… Debo hablar con Maigret… Cuidado con lo que dice, doctor, los de VSI disparan antes de preguntar. Yo sólo quiero que le aclare mi inocencia… Larsen, esa palabra suena tan raro entre sus labios...

D.G.

2 comentaris:

Concha ha dit...

personajes que aún viven,otros que parecen del más allá,Tom que no sé si es Tom,los asesinos los muertos...beset.

Lapsus calami ha dit...

La incertidumbre nos acecha. Qué será de nosotros? Un beso.